Río de Janeiro, en vilo: violencia entre narcos, milicias y policías
Río de Janeiro enfrenta una crisis de seguridad sin precedentes, marcada por la guerra urbana entre el Comando Vermelho (CV), las milicias paramilitares y las fuerzas de seguridad. La reciente redada contra el CV dejó más de 130 muertos, convirtiéndose en el operativo más letal en la historia de la ciudad. La violencia refleja la compleja fragmentación del territorio, donde bandas narco y milicias controlan amplias zonas de forma alternada.
El Comando Vermelho, surgido en los años 70 en la cárcel de Isla Grande, se consolidó como la facción narco más poderosa de Río. Recluta a jóvenes de comunidades vulnerables, mantiene un código interno casi militar y opera en al menos diez estados brasileños. Entre 2022 y 2023, el CV amplió sus áreas de influencia hasta controlar el 51,9% del territorio dominado por grupos criminales en la zona metropolitana.
Por otro lado, las milicias paramilitares, integradas por expolicías y agentes de seguridad, surgieron como supuestas “autodefensas comunitarias” pero se convirtieron en mafias violentas que extorsionan a los vecinos con cobros por servicios básicos y controlan comercios, terrenos y redes de telecomunicaciones pirata. Se estima que unas 1,7 millones de personas viven bajo su dominio, mientras que alrededor de 2 millones están bajo control narco.
La interacción entre estos actores es constante y violenta. Barrios como Gardenia Azul, Rio das Pedras y Cidade de Deus han sido escenario de enfrentamientos por vacíos de poder, provocados por detenciones o muertes de cabecillas. La fuerza pública actúa como un tercer actor, con operativos puntuales pero sin control permanente, en un contexto donde la corrupción interna facilita la coexistencia de crimen y Estado.
El escenario evidencia una ciudad fragmentada en feudos, con territorios cambiando de manos entre narcos y milicias, mientras los habitantes viven bajo miedo constante y la violencia extrema se mantiene como parte de la vida cotidiana.
