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Pobreza: la UCA alertó por las profundas desigualdades, especialmente en el norte del país

Un reciente informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) reveló que la pobreza infantil en el país descendió del 67,3% en el primer semestre de 2024 al 52,8% en el segundo semestre, una caída de casi 15 puntos porcentuales.

Sin embargo, el estudio advierte sobre profundas desigualdades regionales y la persistencia de un «piso alto» de pobreza que afecta a más del 50% de los niños en varias provincias.

Mientras aglomerados urbanos como Gran Mendoza y Neuquén muestran avances, otros, especialmente en el norte del país, registran un deterioro alarmante. Ciudades como Resistencia (75%), Concordia (75%), Gran Catamarca, Río Cuarto, Gran San Juan, La Rioja, Posadas, Corrientes, Formosa, Paraná y Salta superan el 60% de pobreza infantil, con picos cercanos al 90% en algunos casos.

«Estas desigualdades no se explican solo por las transferencias de ingresos, que son iguales para todos, sino por el impacto diferenciado de la inflación y la precariedad de las economías informales en estas regiones», afirmó Ianina Tuñón, investigadora principal del ODSA-UCA, a Cadena 3.

El estudio pone el foco en las disparidades regionales, que a menudo quedan «invisibilizadas» en el dato nacional. Tuñón explicó que la pobreza monetaria, aunque influenciada por políticas nacionales como la AUH, está profundamente ligada a factores locales, como el empleo informal y las políticas provinciales. «Muchas de las políticas orientadas a la infancia dependen de los gobiernos provinciales, no solo de la Nación. Ver que gran parte del territorio argentino tiene una involución implica que hay niños que enfrentan muchísimos obstáculos en su desarrollo», señaló.

La investigadora destacó el caso de Neuquén, donde la mejora en los índices de pobreza coincide con el auge económico de Vaca Muerta, lo que sugiere que el desarrollo económico regional puede marcar la diferencia. En contraste, provincias del NOA y NEA, como Chaco y Formosa, enfrentan tasas de pobreza infantil que duplican las de otras regiones.

Tuñón enfatizó que la pobreza infantil no es solo una cuestión económica, sino que afecta dimensiones cruciales como la educación, la salud y la alimentación. «El incremento del primer semestre de 2024 no es gratuito para un niño en desarrollo. Significa privaciones esenciales que dejan secuelas», advirtió.

La investigadora instó a los gobiernos provinciales a optimizar recursos, como extender la jornada escolar con alimentación incluida, y a priorizar la infancia en sus agendas. «Hay provincias que administran mejor y podrían ser un ejemplo. Necesitamos políticas que empiecen desde abajo, que se concentren en los más vulnerables y que se evalúen con datos abiertos», concluyó.

 

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