Muro de Berlín: El día que una pared dividió al mundo
La madrugada del 13 de agosto de 1961, el mundo amaneció con una noticia inesperada: el inicio de la construcción del Muro de Berlín. A pesar de que las autoridades lo habían negado enérgicamente semanas antes, la República Democrática Alemana (RDA), bajo el control soviético, comenzó a levantar una barrera física que dividió a la ciudad y al mundo. Esta drástica medida se tomó para frenar el éxodo masivo de más de 3,5 millones de personas que, desde la división de Alemania en 1949, huían hacia la Alemania Occidental en busca de mejores condiciones de vida y libertad. Este movimiento poblacional representaba un duro golpe demográfico y propagandístico para el régimen comunista.
Inicialmente una alambrada provisional de 155 kilómetros, la barrera se convirtió rápidamente en una imponente estructura de ladrillos y hormigón que separó a familias, amigos y comunidades enteras. Conocido oficialmente por la RDA como el «Muro de Protección Antifascista», fue en realidad un sombrío símbolo de la «Cortina de Hierro» y la división ideológica entre el bloque oriental y el occidental. Durante sus 28 años de existencia, el muro fue un escenario de vigilancia extrema y desesperados intentos de escape. Se estima que cerca de 100.000 personas intentaron cruzarlo y, lamentablemente, alrededor de 250 perdieron la vida en el intento.
La construcción del muro fue un hecho central de la Guerra Fría, convirtiendo a Berlín en el epicentro de la tensión global. La estructura física, que incluía torres de vigilancia, perros guardianes y la llamada «franja de la muerte», transformó la vida de la ciudad, creando un claro contraste entre la prosperidad del lado occidental y la represión del oriental. Su inesperada caída en noviembre de 1989, tras la presión social y las manifestaciones masivas, marcó el fin de una era y el derrumbe del principal símbolo de la división ideológica del siglo XX.

