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Juegos Olímpicos: Argentina Cayó Ante Marruecos Con Un Gol Anulado Por El VAR Tras Una Suspensión De Dos Horas

La imagen del final se parece en nada a un partido de fútbol. Y menos todavía a unos Juegos Olímpicos. Los jugadores argentinos en uno de los córners festejando un agónico y polémico 2-2 ante Marruecos en el ¡decimosexto minuto de descuento! que al final no valió. Cae de todo, piedras, petardos, proyectiles, desde las tribunas repletas de camisetas rojas. Los africanos rendidos en el piso penando por la oportunidad histórica que se les acaba de escapar: vencían 2-0. Decenas de fanáticos marroquíes entonces invaden el campo de juego para alentar a los suyos.

Javier Mascherano y el resto del cuerpo técnico todavía gritan con furia la trabajada igualdad. El campo de juego era un caos de gente corriendo por todos lados, de futbolistas llorando y otros celebrando; lágrimas y sonrisas al mismo tiempo. La invasión se desactivó rápido más allá de la tardía intervención de la seguridad.

El drama siguió un rato largo: casi dos horas después los futbolistas no sabían si el partido había terminado. Y para peor: tampoco sabían si el gol de la paridad había sido convalidado. Les exigieron volver a la cancha, hacer la entrada en calor y recién ahí, casi dos horas después, enterarse que hubo un offside previo de Amione. Un papelón sin precedentes se vivió en Saint Étienne. «Es el circo más grande que vi en mi vida», vociferó con eco el DT argentino en un estadio que ya estaba vacío. Al final, fue derrota. Poco interesa más allá de que queda todo el torneo por delante.

Algo que pudo haber pasado desapercibido. En el medio del desorden y antes de la incertidumbre y el mamarracho organizativo, un color faltó: el amarillo. Nadie entendió dónde fueron a parar los árbitros en ese final de partido. Tal vez temió el sueco Glenn Nyberg por los insólitos 15 minutos que adicionó. Y bastante más: el tanto del empate de Medina se anotó pasados los 60 minutos. Tampoco se entendió por qué dos horas después fue al monitor del VAR a ver un offside, que además cuenta con la tecnología del semiautomático.

Fue extraña la imagen de la etapa inicial porque mostró a un Marruecos dueño de la escena y a Argentina no hallando los caminos para saltear la presión. Marruecos se movió con dos extremos verticales y un enganche para asistir al único delantero, Rahimi. La idea era ganarlo por las bandas y así llegó al gol en el minuto final de la etapa inicial. Y fue tras una jugada de crack de Ilias Akhomach, un chico formado durante 13 años en La Masía y que el año pasado se fue libre a Villarreal. También el zurdo había sido marcado por Mascherano en la previa. Pues bien, el zurdo habilitó de taco a El Khannouss para el gol de Rahimi en el corazón del área chica.

No metió cambios Mascherano en el entretiempo y, en una de las primeras jugadas, Julio Soler se llevó puesto adentro del área Akhomach. Rahimi marcó el 2-0 para el delirio de casi todos en el estadio.

A los 8 minutos, Masche movió el banco y cambió el partido. Todos los que entraron lo hicieron bien, pero ninguno tanto como Giuliano Simeone, el que se metió por la ventana. Logró descontar el Cholito, que jugó de todo: extremo izquierdo y derecho, mediocampista y hasta lateral.

Se tiraron una y otra vez lo marroquíes, es verdad. Pero nada justifica los 15 minutos. Metió presión Mascherano, que se quejó hasta con los organizadores por los reiterados cortes del juego.

Fue y fue Argentina. Se dejó estar Marruecos, que había sido mejor. La tuvo Julián y falló por poco. También Bruno Amione. En la última y después de mil rebotes, Medina puso la cabeza para desatar el caos. Y para que el bueno de Nyberg se escape silbando bajito y por la sombra. Su ausencia se hizo más notoria durante las casi dos horas en que no se supo si el partido había terminado ni cómo había sido el resultado final.

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