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El consumo de carne roja cayó hasta un 70% en Argentina por la crisis

El acto de comer ha dejado de ser una cuestión de selección: “El consumo de carne roja ha disminuido hasta un 70% en comparación con lo recomendado desde el punto de vista nutricional”.

Una encuesta nacional indica una caída en el consumo de alimentos de calidad, resultado de la disminución del poder adquisitivo de las familias. Germán Romero, del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas, alertó sobre el aumento en la compra de productos ricos en carbohidratos y azúcares: “No hay suficiente dinero para mantener una dieta equilibrada”.

En una entrevista en Radio UNNE, Romero explicó que los datos del informe provienen de 3,750 encuestas hechas en todo el país y de las directrices nutricionales del INDEC, que reflejan lo mínimo necesario para una alimentación balanceada.

El instituto que dirige Romero lleva a cabo encuestas sobre hogares y otros análisis como mediciones de inflación y del costo de la canasta básica. “El resultado fue lo que ya se percibía en Córdoba, y suponíamos que el panorama nacional sería similar”, comentó.

“Estamos ante una gran diferencia entre lo recomendado y lo que realmente consume hoy una familia argentina, en función de la pérdida de poder adquisitivo. Aunque la mala alimentación no es un problema nuevo, ha empeorado en tiempos recientes”, indicó Romero.

El experto mencionó que la compra de carnes rojas, como asado o carne molida, ha caído dramáticamente: “Se consume hasta un 70% menos de carne roja respecto a lo que se debería”. Además, el consumo de pollo, que se ha vuelto más accesible, también ha disminuido un 21% en comparación con lo recomendado.

“Las familias están comiendo lo que pueden”, afirmó, y analizó que este fenómeno se debe a la composición alimenticia afectada por la falta de recursos. La gente busca productos más económicos y saciantes, porque el dinero no les permite llevar una vida equilibrada. Por ejemplo, se ha incrementado en un 20% el consumo de pan, mientras que el de legumbres ha bajado un 28%. En términos de arroz y fideos, el consumo promedio ha aumentado un 25%.

Adicionalmente, la encuesta reveló un aumento del 28% en el consumo de papa en comparación con lo recomendado, a expensas de una menor ingesta de diversas verduras y hortalizas. El consumo de frutas también ha caído: un 54% menos para las bananas, un 27% para las mandarinas y un 60% para las manzanas.

Romero destacó la gravedad que este descenso en el poder adquisitivo tiene en el desarrollo infantil y adolescente, donde el consumo de proteínas, fibras y calcio es crucial; actualmente, estos nutrientes son difíciles de conseguir. Aunque la subnutrición no es un fenómeno reciente, se ha intensificado en los últimos cinco años. En una primera fase, las familias empezaron a optar por marcas de segunda y tercera línea, sacrificando productos ricos en proteínas y otros nutrientes en favor de opciones que generan más ansiedad.

“Hoy hemos alcanzado una fase preocupante, donde además de cambiar los hábitos alimenticios, se han reducido las porciones y el consumo. El azúcar ha visto un incremento del 30%, la yerba un 13% y el té un 25%. Esto implica que en muchos casos, las infusiones acompañadas de pan sustituyen con frecuencia una cena o un almuerzo”, concluyó Romero.

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