Descubren estructura de 2.800 años que confirma relato bíblico en Jerusalén
Un grupo de arqueólogos ha afirmado haber hallado la Piscina de Siloé, el lugar donde se cree que Jesús curó a un ciego, una monumental estructura de 2.800 años de antigüedad en Jerusalén, vinculada al sistema de agua de la Ciudad de David. La datación científica respalda su conexión con el relato bíblico. En Jerusalén, se descubrió una enorme estructura que podría ser el sitio exacto donde Jesús devolvió la vista a un ciego, tal como se cuenta en la Biblia. Este hallazgo se centra en lo que se considera la antigua piscina de Siloé, situada en la Ciudad de David. Los evangelios narran que Cristo ungió los ojos del mendigo con barro hecho de saliva y tierra, y le indicó que se lavara en la piscina, después de lo cual recuperó la vista. Este relato podría ahora tener un respaldo físico tangible gracias a las recientes excavaciones.
La estructura encontrada es una monumental represa de más de 11 metros de altura y 21 de largo, que habría sustentado la construcción de la piscina. Según Itamar Berko, director de la excavación y miembro de la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA), este hallazgo brinda una conexión “tangible” con la historia bíblica, señalando: “Si hasta ahora solo leíamos en el texto bíblico sobre la existencia de la Piscina de Siloé, ahora podemos ver sus restos”. Los arqueólogos creen que la represa data de hace 2.800 años, durante el período del Primer Templo, bajo los reyes Joás y Amasías de Judá. Este descubrimiento no solo confirma la ubicación de la piscina, sino que también proporciona información sobre la ingeniería hidráulica de la antigua Jerusalén y su adaptación al clima árido.
La Piscina de Siloé es de gran importancia tanto para la tradición judía como cristiana. Construida hace aproximadamente 2.800 años como parte del sistema de agua de Jerusalén, la piscina almacenaba agua desviada del manantial de Gihón mediante túneles subterráneos, asegurando suministro durante sequías y lluvias intensas. El hallazgo de la represa facilitó a los arqueólogos identificar el punto más bajo de la antigua Jerusalén, donde fluía el agua hacia la gran cuenca central de la ciudad. “Sin este muro de contención, el agua simplemente habría fluido hacia el valle de Cedrón y corrido al Mar Muerto”, explicó el Dr. Nahshon Szanton, codirector de la excavación. La estructura, que data de hace 2.800 años, pudo ser datada con precisión gracias a ramas incrustadas en el mortero, logrando una resolución de alrededor de diez años. Según Johanna Regev y Elisabetta Boaretto, del Instituto de Ciencias Weizmann, el sistema hidráulico también habría respondido al cambio climático, enfrentando períodos de escasas lluvias e intensas tormentas capaces de provocar inundaciones repentinas.
El hallazgo confirma que la piscina existía en la época de Jesús y que era un lugar central de la ciudad. Berko concluye: “Este es uno de los restos más impresionantes y significativos del período del Primer Templo en Jerusalén, y se ha conservado en un estado extraordinario”. Según el Evangelio de Juan, el milagro en la piscina de Siloé relata cómo Jesús escupió en el suelo, hizo barro, lo puso en los ojos del ciego y le indicó lavarse en la piscina, donde recuperó la vista. El testimonio bíblico recoge las palabras del ciego: “El hombre llamado Jesús hizo un poco de barro y me lo puso en los ojos. Me dijo que fuera a Siloé a lavarme. Así que fui, me lavé y pude ver”.
Este relato, considerado un símbolo de fe y esperanza durante siglos, adquiere ahora un nuevo valor histórico y tangible gracias a la identificación del sitio arqueológico. El descubrimiento permite a investigadores y visitantes visualizar con mayor claridad el contexto físico del milagro y la vida cotidiana en Jerusalén hace dos mil años. La piscina y la represa ilustran cómo se gestionaba el agua en la ciudad, un recurso vital en un entorno árido, y cómo la ingeniería antigua estaba interrelacionada con la supervivencia y la vida religiosa de la comunidad.
Los investigadores destacan que Jerusalén sigue revelando secretos de sus diferentes épocas y que la preservación de estructuras como esta permitirá futuras exploraciones arqueológicas y turísticas. Según Berko: “En los últimos años, Jerusalén ha mostrado más que nunca todos sus períodos, capas y culturas, y aún nos esperan muchas sorpresas”.

