Balacera contra el líder de la barra de Huracán sacude al club
Un violento atentado a balazos contra Claudio «El Cone» De Respinis, jefe de la barra brava de Huracán, generó gran conmoción en Parque Patricios. De Respinis, que cumple una condena condicional de tres años, fue atacado en la puerta de su casa mientras veía una serie con su familia. Al menos cinco disparos impactaron en su camioneta.
El hecho ocurrió el miércoles por la noche. El líder de la barra, al escuchar los estruendos, reconoció rápidamente el sonido de las armas de fuego, y se tiró al suelo junto a su esposa e hijo. Cuando salió a la calle, comprobó que su Volkswagen gris presentaba cinco disparos en el lateral del conductor. Tras llamar al 911, la causa quedó en manos de la fiscalía de Delitos Complejos de la Ciudad.
Según las primeras investigaciones, cámaras de seguridad registraron dos vehículos sospechosos, entre ellos un auto rojo, cuyo conductor sería conocido en el ambiente barra. La interna que divide al grupo oficial de José C Paz y la facción de Plaza España, liderada por «el Gordo Pablo», aparece nuevamente como principal hipótesis.
Otra línea de investigación apunta a un conflicto por el negocio de recitales en el estadio Tomás A. Ducó, donde La Renga se presentará con tres shows entre el 28 de junio y el 5 de julio. Se estima que la barra habría recibido 1500 entradas para revender, aunque solo había declarado 500. Esto habría generado un desvío de fondos cercano a los 100 millones de pesos, cifra que bien podría explicar el atentado.
La disputa entre facciones no es nueva. En marzo, en la misma cuadra, ya habían atacado al Cone con bombas molotov, y él respondió con disparos. Por ese hecho, firmó un juicio abreviado por tenencia ilegal de armas y abuso de armas, que le permitió cumplir la pena en libertad condicional.
Mientras tanto, los recitales siguen siendo terreno fértil para las barras. En un caso similar, durante un show de La Renga en Santa Fe, fue detenido el jefe de la barra de Colón por amenazar a la productora para exigir más entradas. Sin embargo, en Buenos Aires, los productores prefieren negociar en silencio con las barras antes que denunciar.

